Sobre la necesidad de contar con un protocolo para manejar la violencia de género en el TNRD

Abril de 2015

El pasado 18 de marzo asistimos con Ingrid a la presentación del Ballet Clásico Ruso en el Teatro Nacional Rubén Darío en Managua. Pudo haber sido una velada maravillosa, pero lamentablemente no fue el caso. La presentación de los rusos fue espectacular, eso sí!

Pagamos butacas en el 3er balcón, la única localidad que estaba al alcance de nuestros bolsillos. Definitivamente la vista desde allí no es la mejor; consulté a la encargada de acomodar si sería posible cambiarnos a los asientos desocupados en primera fila y nos dio visto bueno, solo tendríamos que esperar 10 minutos luego de iniciar la función. Lo hicimos.

Al mudarnos  la vista mejoró, nos aproximamos al balcón, embelesadas,  tratando de no perder ni un momento mágico y de repente… un fuerte tirón en nuestros hombros nos devolvió a los asientos. Un hombre, extranjero por su acento y apariencia, nos había agredido físicamente por interferir con su campo visual.

Si nos hubiese dejado saber -verbalmente- que nuestra posición resultaba molesta, estoy segura que nos habríamos disculpado y adoptado otra, pero no fue así. No lo podíamos creer, físicamente agredidas, con total naturalidad y absoluta impunidad, como amargamente descubrimos después.

Hice un esfuerzo por controlar la indignación -que se convirtió en rabia explosiva- hasta el intermedio. En cuanto se encendió la luz comencé a interpelarlo, mi voz se elevó y todo el balcón se enteró de lo ocurrido. Le reclamé, sin ser soez, le acusé públicamente. El tipo no se disculpó, pero tuvo que abandonar el lugar. Me acerqué a la acomodadora, plantee la situación y encaré al abusador, quien regresaba, era un tipo con presencia agresiva y la intimidó. El abusador decidió continuar agrediendo, ahora acomodando sus pies sobre el respaldar de mi butaca, tuve que enfrentarlo nuevamente, Ingrid finalmente lo resolvió amenazándole con su cámara.

El segundo acto sería una tortura con ese tipo detrás nuestro, pero decidimos no dejarnos intimidar. Finalmente el personal a cargo nos ofreció disculpas y traslado a platea, aceptamos la oferta de forma condicionada, exigiendo se tomaran medidas contra el agresor. No fue posible, al parecer ¿no había un protocolo para estos casos?

Fueron días intensos y esa era para nosotras la «escapada» de placer. Por mi parte, traté de guardarlo en la «caja fuerte» donde deposito toda la indignación, llegué a tener amnesia selectiva por unas semanas. Pero no resulta posible olvidar y nos prometí escribirlo, denunciarlo.

Dos personas -mujeres- fueron agredidas físicamente por otra -hombre- en el Teatro Nacional Rubén Darío, sin ninguna justificación, hubo muchos testigos, habían funcionarixs responsables del «orden» y buen comportamiento, el agresor quedó impune, mientras las agredidas fueron re-ubicadas para evitar inconvenientes?. No fue posible hablar con la persona encargada del evento esa noche, aunque realizamos varias solicitudes. Dejé mi tarjeta y datos de contacto, pero no hubo ningún tipo de seguimiento.

Haremos llegar la denuncia impresa a la Dirección del Teatro, esperamos haya respuesta y más importante, se tomen mediadas para que situaciones como esta no se vuelvan a repetir.

Natalie Roque Sandoval – Persona que se indigna ante los atropellos y la violencia de género.

Feminista.

Profesional de la Historia y Gestora Cultural.

 

 

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