Agosto de 2016
Es un tema complejo el de las normas académicas de la #UNAH y la actual lucha estudiantil. Mucho se debate sobre lxs “buenxs” y “malxs” alumnxs, sobre las notas, pruebas de ingresos e índice académico. Personalmente no considero que las notas sean el único parámetro para evaluar la dedicación de unx estudiante, o que el bajo rendimiento académico reflejado en éstas sea, necesariamente, equivalente a estudiantes “haraganes”.

Reflexiono a título personal, aprovechando el eco que mi más reciente graduación con honores, primera en Europa, ha tenido en Honduras. En mi expediente se pueden encontrar algunas medallas de honor y graduaciones con alto índice, también revisando con atención se encuentran notas no tan halagadoras y algunos periodos “oscuros”. Quizá sea inteligente y a veces aplicada, pero no lo creo tan determinante como el hecho de ser privilegiada. No creo que en otras condiciones, como las del 90% de la población de Honduras, me hubiese sido posible llegar hasta aquí.
Coincido plenamente con Héctor Leiva, quien, a propósito de las masivas movilizaciones y huelgas estudiantiles de junio pasado, señala que “El cuestionamiento del 70% como calificación de aprobación de asignaturas, que sirviera para propagar la idea de que se trata de malos estudiantes defendiendo una baja calidad de educación, no era ni es el objetivo de las protestas, como los mismos estudiantes han repetido infinidad de veces. Evidentemente una nota alta de aprobación afecta a los malos estudiantes pero también y especialmente a los estudiantes de bajos ingresos, pues existe una correlación fuerte entre condición económica y rendimiento estudiantil como deberían saber las autoridades universitarias.
El 70% como la Prueba de Aptitud Académica (PAA) o la Prueba de Conocimientos limitan el acceso y sesgan los beneficios de la educación superior para favorecer a las clases medias y medias altas de la sociedad que habiendo asistido a mejores colegios obtienen mejores resultados en la universidad”[1].
Este es mi caso, he sido estudiante de excelencia académica porque soy privilegiada. Porque tuve desde muy temprano no solo educación de calidad, sino buena alimentación y toda una serie de condiciones que me permitieron desarrollar algún potencial. Nunca tuve que trabajar para estudiar, tampoco me faltaron útiles escolares o herramientas, a la vez que tuve clases de reforzamiento y cursos adicionales. Mis notas más que reflejo exclusivo de inteligencia o aplicación, son evidencia de mi situación socioeconómica, producto de la inversión familiar en educación. Esa no es la realidad de la mayoría de lxs estudiantes en Honduras y ciertamente no es la realidad de miles de estudiantes que ingresan a la UNAH.
El problema del rendimiento escolar tiene que ver con muchas variables, entre ellas resultan fundamentales el entorno familiar y el nivel socioeconómico. Está demostrado que los estudiantes de bajos estratos socioeconómicos tienen más posibilidades de deserción y reprobación. En este sentido, no creo que las Normas Académicas se correspondan totalmente a la realidad de la educación en nuestro país o que sean el mecanismo más efectivo para mejorar el rendimiento académico.
Comparto con Rolando Canizales la sorpresa y admiración que generan lxs estudiantes de la UNAH que “rinden” en condiciones tan adversas, pues “En la UNAH no hay ni comedor estudiantil para una población mal alimentada de por sí. Recuerdo que había que iniciar agrias disputas con otros estudiantes para obtener una silla en la que sentarse. No había bibliotecas bien equipadas y actualizadas a las que el estudiante tuviera fácil acceso. Tampoco libros editados a precios accesibles en librerías. No existían programas serios de becas para los estudiantes más aplicados. Y eso solo eran algunos de los aspectos menos sórdidos de la vida universitaria”[2].
La reforma en la UNAH ha transformado y mejorado muchos aspectos de la vida universitaria, pero se necesita mucho, mucho más. En cuanto a las normas académicas, creo que éstas deben también entender las condiciones socioeconómicas de pobreza y exclusión de las que provienen una buena parte de lxs estudiantes, y crear los mecanismos que les permitan romper el círculo vicioso. Se requeriría que junto a su implementación se generasen mecanismos que mejoren las condiciones de vida de las familias de las que proceden lxs estudiantes, que les garanticen una buena educación desde sus primeros años de vida, que les provean de las mejores condiciones pedagógicas, espacios, becas , estímulos, etc. Una vez garantizadas las condiciones ¡Exigir!